miércoles, 8 de abril de 2015

REFERENTE TEÓRICO

LA MOTIVACIÓN Y LA EDUCACIÓN CIENTÍFICA DE CALIDAD.

Juan IgnacioPozo (2009), doctor en psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, sugiere que para una educación científica de calidad los fines educativos deben estar centrados en el aprendizaje de conceptos y modelos, en el fortalecimiento de actitudes y valores, en el perfeccionamiento de destrezas cognitivas y de razonamiento científico, en el desarrollo de destrezas experimentales y de solución de problemas, y también en la construcción de una imagen apropiada de la ciencia. El constructivismo es la metodología de aprendizaje más viable para lograr estos propósitos pues se trata de la construcción del conocimiento de forma activa por parte del estudiante, con este método se logra transformar la mente del que aprende, quien debe reconstruir de forma personal los productos y procesos culturales para apropiarse de ellos. En cuanto al desarrollo de valores y actitudes hacia la ciencia, estos son los más difíciles de abordar pues no son explicitados en el diseño curricular, sino que son desarrollados de forma implícita a través de las relaciones interpersonales que se dan en la convivencia escolar.
 La motivación del que aprende es un aspecto de vital importancia para que los procesos de aprendizaje se den y para que sean eficientes. Si un estudiante no está motivado su rendimiento es deficiente y a la vez desarrolla malas actitudes que afectan de forma negativa el ambiente escolar. Por esto es fundamental que los profesores se esmeren por implementar estrategias enfocadas a desarrollar la motivación hacia el aprendizaje de la ciencia en el ámbito escolar. Para lograr este propósito lo primero es entender que la motivación es causa del aprendizaje pero a la vez es consecuencia de él, es decir, un estudiante aprende porque está motivado pero a la vez se motiva porque aprende. Por otro lado, también es necesario entender que la motivación no es algo que está de por si en el estudiante, sino que es el resultado de la interacción social en el aula. De esto se desprende que para lograr buenos niveles de motivación, el docente, más que actividades lúdicas, debe diseñar propuestas de trabajo con propósitos claros y alcanzables, basados en la actividad organizada y apropiada para el nivel de las capacidades de los estudiantes, que despierten el interés hacia la ciencia,  que permitan un aprendizaje significativo y con sentido de lo que se hace, conectado con la propia realidad, que fomenten la curiosidad, el deseo de investigar, la creatividad, el trabajo en equipo. Que la evaluación le permita al estudiante mejorar sus expectativas de logro y le permita además mejorar su desempeño.

Pozo, J. I. y Gómez, M. Á. (2009). Aprender y enseñar ciencia (6a ed.).  Madrid: Morata.

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